TÍTULO DEL LIBRO: La fábrica del conocimiento (Los saberes socialmente productivos en Argentina)
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
AUTOR O AUTORES : A. Puiggrós – R. Gagliano
EDICIÓN : Primera
Nº VOLÚMENES : 1
LUGAR Y FECHA DE EDICIÓN : Santa Fe (Argentina) – Abril de 2004
EDITORIAL : Homo Sapiens Ediciones
Nº DE PÁGINAS (TOTAL) : 240
Nº DE CAPÍTULOS Y SUBTÍTULOS DE LOS MISMOS :
Capítulo 1: Consideraciones teóricas
Capítulo 2: La historia de SIAM
Capítulo 3: Alumnos y aprendices, entre el agro y la industria
Capítulo 4: SIAM y los Saberes Socialmente Productivos
FICHA: Claudia Kemerer
CONTENIDO (Temas Centrales)
La historia de la empresa SIAM como ejemplo del proyecto industrializador truncado de la Argentina. Análisis de la relación entre educación, trabajo y producción; y las dificultades de la cultura argentina para conceder un lugar trascendente a los saberes socialmente productivos y su implicancia en el desarrollo social y productivo del país
Contenidos por Capítulos :
Capítulo 1 : Consideraciones Teóricas
Se denominan Saberes Socialmente Productivos (SSP) a “aquellos saberes que modifican a los sujetos enseñándoles a transformar la naturaleza y la cultura, modificando su habitus y enriqueciendo el capital cultural de la sociedad, a diferencia de los conocimientos redundantes, que tienen un efecto de demostración del acervo material y cultural ya conocido por la sociedad”. Se trata de saberes que tienen una fuerte vinculación con elaborar y fabricar, son más que saberes técnicos, prácticos o útiles, aunque los incluyen.
“Hay factores diversos que inciden en la consideración de los saberes como productivos, de acuerdo al clima de la época, al grado de despegue de las nuevas ideas de la cultura común y al poder del conservadurismo correspondiente.”
Desde el Siglo XIX, la escuela pública ha sido la institución alfabetizadora por excelencia, entendiendo alfabetizar como la transmisión de un saber supuesto como verdadero desde una concepción positivista y que se desarrollaba en la escuela. Sin embargo, la sociedad civil argentina creó muchos espacios donde circulaban SSP vinculados a lo laboral, recreativo, convivencial, etc. Sin embargo, aún no se ha logrado tender puentes entre la cultura letrada y los SSP, lo que lleva a una desarticulación entre el sistema productivo y el educativo.
Una de las hipótesis para explicar este desajuste entre el sistema educativo y el productivo es que “en las representaciones argentinas sobre las jerarquías laborales, las profesiones y los saberes técnicos y artesanales se ubicaron en una misma serie que el trabajo manual.”
Para llevar educación a quienes el neoliberalismo ha dejado en posiciones vulnerables es necesario asegurar la alfabetización económico-social del conjunto de la población. Y ésto no es sólo transmitir saberes especializados, que condena a los alumnos a manejar sus conocimientos en circuitos específicos y depender de otros para realizar ciertas operaciones. La asimilación de nuevos saberes requiere el reconocimiento de algunos anteriores, heredados, transmitidos por el grupo de pertenencia o por las instituciones educativas tradicionales.
Capítulo 2: La Historia de SIAM
Los SSP y el proyecto de país: “La temprana modernización cultural del litoral argentino y las leyes que garantizaban una educación libre y gratuita, crearon condiciones favorables para la constitución de una clase media que invertiría su esfuerzo en el país, pese a la persistencia hegemónica del modelo agroexportador librecambista y dando insuficiente empuje gubernamental a la industria.”
“A pesar de haber sido la inmigración un gran proyecto de la oligarquía local, y haber constituido un elemento central en el desarrollo productivo, las nuevas ideas que estos hombres traían causaban en los grupos de poder actitudes negativas y conductas reactivas.”
“Las posiciones respecto a las relaciones del trabajo se reflejaban en la discusión sobre el tipo de distribución cultural que debía realizar el sistema escolar público y los sujetos que debía formar. El modelo de colegios nacionales y escuelas normales fue mayoritario con respecto a las escuelas técnicas.”
“La nacionalidad y la escolaridad fueron parte del programa educativo conservador en el cual adquirieron sentido de vigilancia política y cultural. Los inmigrantes y la población urbana en general concentraron sus expectativas de ascenso social en la educación. Para la primeras generaciones de inmigrantes resultaba suficiente que sus hijos se alfabetizaran, pero las siguientes aspiraron que sus descendientes escalaran socialmente llegando a la Universidad.”
La trayectoria de los Di Tella: Tres hermanos Di Tella: Salvattore, Cesáreo y Amato (padre de Torcuato), descendientes de una familia de origen noble, venida a menos en Italia, vienen a América cuando Torcuato tenía 2 años de edad.A los 14 años, Torcuato, trabajaba en una juguetería, al tiempo que daba exámenes libres en el colegio Mariano Moreno, y posteriormente comenzó a estudiar Ingeniería en la UBA.
En 1910, a los 18 años, se asoció con los hermanos Allegrucci para fabricar máquinas de hacer pan que patentaron bajo el nombre de SIAM. En esa época, la Municipalidad de Buenos Aires promulga una ley prohibiendo amasar pan manualmente por cuestiones de higiene. Lo que provoca que los panaderos porteños imposibilitados de adquirir maquinaria extranjera por los costos, se interesaran en las fabricadas por SIAM, que inmediatamente expande su producción a otros artefactos para la industria panadera.
En la década del 20 nacía la era del automóvil y el parque automotor en Argentina era tan elevado como el de EEUU, y Di Tella comienza a fabricar surtidores de combustible. La Municipalidad de Buenos Aires hizo una concesión a Torcuato para instalar surtidores en la calle, y éste proveyó a Shell y compitió con empresas extranjeras, llegando a instalar una oficina en Londres que comenzó a dedicarse a la construcción de elevadores neumáticos de autos.
Teniendo aproximadamente 150 empleados, la empresa hacía una primera división entre los sectores de producción, administración y ventas.
En 1928, Torcuato se desvinculó de Allegrucci y decide transformar a SIAM en una Sociedad Anónima, pasando de ser una empresa familiar a esta sociedad con un fuerte liderazgo personal sustentado en SSP, fruto de estudios, viajes y realciones.
La estrategia de Di Tella para enfrentar la crisis del 30 se apoyó en dos ejes: trabajar con licencias extranjeras de primera categoría en lugar de arriesgar costos en producción autónoma; y mantener y aumentar el personal de ingenieros y obreros calificados a fin de sostener la calidad de los productos.
Con el proceso acelerado de electrificación de los hogares argentinos, surge la demanda de máquinas y artefactos eléctricos a los que SIAM se aboca a producir, particularmente una “línea blanca” de electrodomésticos que comienza con la fabricación de las primeras heladeras domiciliarias.
La distinción entre industrias naturales: las que se limitaban a la elaboración de materias primas producidas en el país; y las artificiales: aquellas que surgieron para sustituir las importaciones; se introdujo a fines de la Primera Guerra Mundial por el lobby agrario. Se esperaba que las artificiales desaparecieran en cuanto terminasen las restricciones externas al comercio.
Desde 1933 las preocupaciones sociales de Di Tella por la situación de los obreros dio como resultado el lanzamiento de un programa asistencial que cubriera licencias por enfermedad, vacaciones, premios de diversa índole, retribuciones por hijo, matrimonio, etc. Sostenía que la legislación a favor del trabajador no había sido acorde al desarrollo y prosperidad industrial. No le otorgaba al Estado la función de subsidiar estos beneficios, sino que los consideraba una responsabilidad de la patronal. Argumentaba que el obrero debía ser educado de manera integral. En la escuela debía adquirir hábitos de disciplina, atención y orden para cumplir con las disposiciones en materia de seguridad, y esto debía formar parte de una política social.
Muchos pequeños y medianos empresarios de la época estaban interesados en formar mano de obra calificada y tuvieron una fuerte participación en la creación de las escuelas-fábricas. Al incorporarse Di Tella a la UIA, forma junto con el Ing. Gilli el Instituto de Estudios y Conferencias Industriales, desde 1942 al 1946.
Gilli sostenía la necesidad de que la enseñanza técnica fuera un órgano de la industria que permitiera sustituir los equipos técnicos extranjeros por nacionales. Exigía industrializar la enseñanza técnica. Serían las industrias quienes reclutarían a los docentes entre los protagonistas de las empresas, intervendrían en sus recursos financieros y en el gobierno de esa orientación de enseñanza. Proponía que la diversificación de la enseñanza técnica variara con la diversificación industrial, demandando libertad didáctica y autonomía administrativa. Pero tres problemas se anudaban para dar curso a esta iniciativa, que aún hoy son dilemáticos en el país: el prestigio de las credenciales que sólo se obtienen con la educación formal, la educación informal no reconocida y los derechos de los menores.
En 1942, Di Tella crea en su fábrica la escuela de Aprendices donde se daba además de instrucción para el trabajo en la empresa un curso de historia argentina. Los destinatarios eran obreros, técnicos y mecánicos que contaban con diversos niveles de calificación. El conocimiento que se les transmitía les permitía ingresar a la producción y luego ir ascendiendo en las categorías que le permitían una mejor remuneración.
Con el arribo del gobierno peronista se ampliaría el mercado interno ya que aumenta la capacidad adquisitiva de grandes sectores de trabajadores, pero otro lado los nuevos derechos de los obreros y sus exigencias, quitaban eficiencia a la producción y desgastaban la patronal en la resolución de conflictos con el personal.
Por otra parte la gran movilidad social incidía en que SIAM perdiera cada vez más personal calificado que trataba de independizarse e instalarse por su cuenta. Pero èsto no impidió que lanzara al mercado una línea de heladeras a kerosén y gas; y en una nueva planta industrial de Avellaneda fabricaran las primeras Siambrettas (motonetas).
Los años del postperonismo, fueron un período donde las ventas declinaron, pero SIAM continuó expandiéndose: se fabricaban compresores nacionales, se lanza una línea de enceradoras y lustradoras de piso, y otra de ventiladores.
En 1957, el Ing. Guido Di Tella se incorpora al Consejo Directivo de la empresa y constituye, en homenaje a su padre Torcuato ya fallecido, la Fundación y el Instituto Di Tella que posteriormente se transformaría, en 1991 en la Universidad Di Tella. En 1960, el Instituto lanza programas de investigación y asistencia, destinados a jóvenes artistas e investigadores.
“Para 1959, la fabricación de automóviles se presentaba como un gran desafío para la empresa, pero contaba con apoyo gubernamental mediante las restricciones que se impondrían en el mercado a las automotrices extranjeras. Funcionarios de economía y el presidente Frondizzi se comprometían a sostener un proyecto industrial automovilístico cuyo mercado sería abastecido sólo por SIAM-Kaiser, Ika y Fiat.” Pero, posteriormente, el propio gobierno de Frondizzi cambia estas políticas proteccionistas permitiendo el ingreso de empresas extranjeras, dando un golpe mortal a SIAM con la entrada de Ford y General Motors.
En 1961 comienza una gran descapitalización que marca el comienzo del final. La empresa, por la falta de créditos nacionales recurre la toma de los mismos en divisas extranjeras, lo que provoca, junto con la situación económica imperante en el país que se perdieran el control de los movimientos financieros de SIAM.
En 1966, a partir del golpe de Onganía, los gobiernos de facto intentaron liquidar al grupo empresario por considerar imposible su recuperación económica. En 1967, el Gobierno Nacional sancionó un decreto Ley (17507/67) para el saneamiento financiero de las empresas que se materializaría con la refinanciación de deudas con el Estado. El 80 % de las beneficiadas pertenecían a los sectores metalúrgicos y textiles. La mayoría estaba instalada en Capital Federal y Gran Buenos Aires, quedando relegado el interior del país. En 1971 el grupo SIAM hizo un convenio con el Banco Nación que resultó el primer paso para la estatización definitiva de la empresa.
Durante el peronismo (1973-1976) SIAM estatal sería altamente valorizada por los funcionarios del gobierno. Pero desde 1976 a 1986 no hubo crecimiento y fue comprada por capitales privados. Para su venta se la dividió en tres áreas productivas: la sección electrodomésticos fue adquirida por Aurora Grundig empresa de Ernesto Vainer, quien también consigue la licencia de Sony e instala la planta más austral del mundo. El gran emprendimiento de Vainer sólo duró dos años ya que falleció en 1988 y de ahí en adelante la empresa comienza un camino que la llevaría a la quiebra en 1996.
En 1996 Aurora hizo un acuerdo con la UOM para declarar la quiebra y formar una cooperativa con el objetivo de mantener la fuente de trabajo. Pero a pesar de créditos, la ayuda del gobierno y la alianza con el gremio, la cooperativa no funcionó debido a diferentes conflictos internos. Posteriormente, entre 1999 y 2000, los directivos de la cooperativa CIAM contratan una gerenciadora para realizar gestiones política y mediáticas para no perder el predio de Aurora. Se comienzan a generar espacios de capacitación para los obreros y se forma una central pedagógica que los trabajadores bautizaron “Fábrica del Conocimiento”, proyecto que inició contactos con la UTN y APPeAL.
Durante 2003 se inicia la tercera cooperativa patrocinada nuevamente por la UOM y a partir de aquí se generaron distintos movimientos que nuclean a trabajadores para brindar asesoramiento legal, trámites administrativos, etc.
Los trabajadores de las cooperativas se encuentran con un nuevo rol: administrar la empresa por lo que se ha vuelto central la capacitación y la adquisición de saberes para este proceso.
Capítulo 3: Alumnos y aprendices, entre el agro y la industria
La fundación de escuelas industriales fue lateral al sistema mitrista de educación secundaria. Se crea, 34 años después que el Colegio Nacional de Buenos Aires, el Departamento Industrial anexo a la Escuela Nacional de Comercio de Buenos Aires, bajo la dirección del Ing. Otto Krause, que en 1899 se transformaría en la primera Escuela Industrial de la Nación, precedida por las llamadas Escuelas de Artes y Oficios. El plan de estudios comprendía seis años de duración con especialización en Mecánica, Química, Maestro Mayor de Obras y Técnico Electricista.
Se crea, anexa a la Escuela Industrial, la Escuela Complementaria Industrial para aprendices y obreros. Resulta importante la asociación político-pedagógica que preparaba a técnicos especializados y obreros calificados, unos como alumnos y otros, aprendices. El binomio alumno-aprendiz tuvo, según las épocas, proximidades y lejanías que dependían de las políticas públicas en relación con el vínculo entre educación y trabajo, lo que da indicios de la formación económica y social resultante.
En 1909, Krause es designado Director General de Enseñanza Industrial y se crean las Escuelas Industriales de Rosario, Santa Fe, La Plata, Chivilcoy y 25 de mayo.
El surgimiento de enprendimientos orientados a transformar industrialmente los bienes del sector primario de la economía, muestran un despliegue de saberes socialmente productivos no sólo en la población inmigratoria sino también en la criolla. La educación técnica y profesional acompañó y por momentos precedió el desarrollo industrial. En 1900 se conformó la sociedad de Educación Industrial, con fondos privados provenientes de la UIA , destinada a establecer escuelas y talleres de enseñanza práctica-técnica y profesional.
Durante el gobierno de Victorino de la Plaza se dictó la reforma Saavedra Lamas que sugería diferenciar las disciplinas del secundario y fundar institutos técnicos de acuerdo a las necesidades de las provincias.
Con Irigoyen en el poder se abren más canales de participación política y los sindicatos comienzan con la capacitación de los trabajadores. Pero el sistema escolar siguió dominado por la burocracia inscripta en los curriculum oficiales, dejando nuevamente ausente los saberes socialmente productivos, que muchos inmigrantes traían y que provocó la carencia de los mismos en las generaciones siguientes.
La UIA advirtió sobre la insuficiencia de la formación científica y tecnológica en el país, y a fines del S XIX intenta crear un Instituto Politécnico orientado a una educación industrial volcada a la práctica de los talleres existentes en el país.
Jorge Duclout fue uno de los inspiradores de este Instituto y ayudó a cambiar las prácticas de la educación técnica y de ingeniería en el nivel universitario.
Hacia fines de los 40, los industriales desplazan sus intereses a grupos de investigación científica privados por fuera del circuito universitario. Bernardo Houssay fue emblemático en este corrimiento estratégico.
Desde la conformación de nuestro sistema educativo las clases dirigentes se mostraron reticentes a incentivar prácticas vinculadas con lo técnico. Este tipo de educación encontraba espacios en las Escuelas de Artes y Oficios o las Escuelas Técnicas de Oficios, donde se ofrecían especialidades como electricidad, herrería, carpintería y construcciones. Sus títulos calificaban a los trabajadores pero no les permitían seguir estudios superiores.
Las Escuelas Industriales de la Nación formaban técnicos en 6 o 7 años y su enseñanza estaba basada en los contenidos científicos-técnicos donde los alumnos elegían una determinada especialidad. Este tipo de escuelas era muy escaso, concentrándose la matrícula secundaria de la época en la formación humanista de los colegios normales y bachilleres. El “saber hacer” iba ocupando su lugar en cursos breves en clubes barriales, academias, sociedades populares, etc. La formación técnica se fortalece con el gobierno peronista que articula las formaciones existentes y crea nuevas en consonancia con el proyecto industrialista. Se crea en 1948 la Universidad Obrera y la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional.
A las escuelas fábricas se podía acceder a partir de los 13 años habiendo terminado la primaria, de modalidad mixta entre enseñanza y producción. Los materiales eran otorgados por la escuela y se les daba a los alumnos una ayuda escolar por el sueldo que no llevaban a sus casas. Siendo la Escuela de Aprendices de SIAM la pionera de esta propuesta y que posteriormente, en 1963 se convertiría en una escuela oficial donde se daba prioridad a los familiares de los trabajadores de la empresa y a las familias del barrio.
Todas las escuelas fábricas (SIAM, Ford, Mercedes Benz, Philips, etc.) crearon una instancia de preparación de su personal. Esto fue lo que le dio forma al Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) que después generó a nivel nacional las escuelas técnicas del país.
Capítulo 4: SIAM y los Saberes Socialmente Productivos
La tradición de los aprendizajes identifica lo formal con el paso por el sistema educativo, y los saberes informales como aquellos adquiridos en otros ámbitos de la vida social y económica. La pedagogía liberal normalizadora representa los aportes de la educación formal como serie de contenidos institucionalmente impuestos y que tienen carácter de habilitantes para ejercer determinados roles laborales y sociales. La educación informal es representada en nuestro país como una falta ya que no tiene certificados que acrediten sus saberes.
Las categorías saber y conocimiento adquieren legitimidad solamente en el marco de las instituciones educativas, en tanto los aprendizajes informales no están incluidos dentro de estas categorías ya que son considerados como pericias adquiridas por la experiencia y ontológicamente, distinto a saber o conocer.
El conocimiento es un recorte, una parcela de la realidad que se define por su supuesta objetividad y sistematicidad científica. El saber refiere a situaciones más amplias, objetivas y subjetivas, teóricas y prácticas. La experiencia supone saberes más amplios e incluso instrumentales, que incorporados a organizaciones e instituciones pueden devenir en socialmente productivos y que se adquiere después de haber pasado por situaciones que modifican a los sujetos en su identidad.
Los saberes se integran en redes o mapas cognitivos compartidos con otros con los cuales se totalizan en actividades productivas, de innovación, de aprendizajes y creación; siendo esto el sustrato social que sustenta a los SSP.
La transmisión de la escuela está centrada en el conocimiento, de base disciplinar y no en los saberes. La escuela recorta objetos del saber y los transforma en contenidos curriculares distribuidos en las disciplinas del conocimiento. El saber en su compromiso subjetivo sólo es posible en la experiencia no escolarizada.
Si se considera la noción de “pedagogía de la transferencia” de G. Frigerio se podría decir que no hay escucha por parte de los educadores oficiales respecto de los saberes adquiridos en la práctica y ello inhabilita su transferencia, ya que no es traducible en términos de ninguna didáctica, de ningún contenido, de los cuales son integrantes los SSP.
La brecha entre la escuela y los SSP es muy grande. La experiencia de trabajo que permite alcanzar el saber necesario para desempeñarse en el sector productivo no tiene reconocimiento como conocimiento.
Los trabajadores de SIAM poseen una multiplicidad de SSP que son la base intelectual para producir conocimientos y en la medida en que sean reconocidos como tales, sea cual fuere la vía por la que se adquirieron, constituyen el supuesto de mínima igualdad para instalar el proceso de enseñanza-aprendizaje que demanda la experiencia de CIAM.
Valoración Personal : Claudia Kemerer
[El texto a partir de las voces de los trabajadores de CIAM (provenientes de la antigua SIAM) y la historia de esta empresa, propone recuperar los saberes fruto de la experiencia de los obreros, en su categoría de conocimientos creando un vínculo entre los saberes reconocidos oficialmente como formales y los vinculados al trabajo y la producción.
Muestra con muy buen criterio, el impacto que posee en el desarrollo industrial y productivo del país, el desprestigio que tienen para la cultura argentina los SSP y la valorización como conocimiento solamente de aquellos que se imparten en instituciones educativas oficiales.
También describe como se fue conformando la educación técnica en el país y lo que cuesta, aún para estas instituciones, incorporar los SSP dentro de sus currículas.
El texto es una investigación desarrollada con los empleados de la empresa SIAM y su familia basada en la hipótesis que en nuestro país existe una dicotomía entre los saberes disciplinares impartidos en las escuelas y los que se adquieren en otros ámbitos de la sociedad como fábricas, clubes, etc.
Después de leer el material queda muy claro que en tanto no se revierta esta problemática, que tiene su origen en una concepción humanista de la educación desmereciendo la práctica, al país le va a costar mucho industrializarse y seguirá dependiendo básicamente de la renta agraria.]
Interesante texto, para repensar la educación. La necesidad de conectar el conocimiento, el saber formal con los saberes subjetivos, empíricos desde un contexto extra escolar, se hace presente para dotar de sentido algo que da como resultado lo socialmente productivo. Nuestras escuelas técnicas lo proponen y será ese el detalle, tal vez, que hace la diferencia en el rendimiento de los las estudiantes técnicos técnicas, cuando se lucen tanto en el taller como en una clase de ética o de arte.
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